¿Por qué tengo dolor?
Esta suele ser una de las preguntas mas frecuentes entre las personas
que sufren dolor, y no es fácil de responder. Sabemos que el dolor suele
ser una advertencia de nuestro cuerpo avisándonos de que algo no
funciona correctamente. En ocasiones, nuestro propio sistema de alarma
falla y emite un aviso innecesario, porque la alarma del dolor puede ser
emitida incluso cuando no existen enfermedades o lesiones.
El dolor puede actuar como un amigo o un enemigo. La causa más común del
dolor es cuando actúa como señal de alarma por detectar una lesión en
sus tejidos o una enfermedad en nuestro cuerpo. En general la intensidad
del dolor se condiciona con el nivel y severidad de la enfermedad. Si
el dolor se puede aliviar mediante los analgésicos habituales, seguro
que desaparecerá en cuestión de horas o días. Si el dolor es agudo y
anormalmente severo, es aconsejable buscar ayuda médica cuanto antes.
Algunas personas sufren dolores recurrentes, como dolores de cabeza o
menstruales, y los que habitualmente los padecen los reconocen como "no
amenantes", aunque suelen ser muy desagradables. Cuando la alarma del
dolor se dispara y no se puede identificar el motivo, piense que el
dolor está haciendo su trabajo, .... tomeló en serio.
Las lesiones superficiales pueden inflamarse o infectarse, y esto tiende
a prolongar el dolor mientras que las lesiones internas, como una
torcedura de tobillo, tienden a durar días o semanas. Los tratamientos
habituales, como los analgésicos o antinflamatorios, suelen ser seguros y
efectivos contra estos dolores pero si se toman a largo plazo, estas
medicaciones pueden producir efectos secundarios importantes, como
problemas gastrointestinales. Existen alternativas más seguras, y por
ello debería consultar a su médico.
El principal problema lo encontramos en los dolores que deberían
desaparecer pero no lo hacen. No existe un tiempo específico tras el
cual un dolor agudo se convierte en crónico; esto depende de la forma
individual de cada dolor y persona. Por regla general, si el dolor ha
durado mucho más de lo que se esperaba cuando comenzó, puede convertirse
en un dolor crónico.
En ocasiones, el dolor crónico es consecuencia de un cambio o enfermedad
persistente en los tejidos, como por ejemplo la artritis, pero otras
veces es consecuencia de una alteración o cambio en el propio sistema de
alarma. Esto puede suceder, por ejemplo, si ha habido una lesión en los
nervios; es como una línea telefónica con interferencias. Algunos casos
son consecuencia de dolor nervioso, como la diabetes o herpes. La
cirugía de la mama o en la zona del tórax, o la amputación de alguna
extremidad, puede dejarle un dolor parecido a una sensación de quemazón
persistente o descargas eléctricas.
El nivel de dolor que pueden sufrir las personas teniendo la misma
enfermedad o lesiones similares, puede variar mucho. Algunos pueden
sufrir enormemente, mientras que otros ni siquiera sienten el dolor. Una
situación muy dolorosa, aunque bastante usual, es cuando una lesión, aparentemente menor, como un simple corte con
papel, desemboca en un dolor persistente, aunque no existen pruebas para
saber el por qué esto sucede. Algunas personas parecen más
predispuestas al dolor, mientras que otras parecen ser inmunes. Estas
diferencias pueden ser reflejo de la educación o cultura de cada
persona. Sin embargo, existen cada vez más pruebas de que la respuesta
al dolor tiene mucho que ver con nuestros genes, y nosotros, por
supuesto, no tenemos control sobre ellos.
(Fuente:sociedad española del dolor)
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