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sábado, 1 de noviembre de 2014

LO QUE NO NOS CUENTAN DE LOS SUPLEMENTOS PROTEICOS

El boom de los suplementos protéicos

  Los batidos de proteínas no sustituyen a ninguna comida. La semana pasada me sorprendió la inscripción en una típica pizarra de bar: "Helados de fresa, vainilla, chocolate. Proteínas". Esta última palabra destacaba en otro color, enmarcada por una especie de estrellas. A todas luces aquello era un reclamo, que adquirió su sentido cuando me di cuenta de que la cafetería se situaba junto a un complejo deportivo. El uso de suplementos proteínicos se ha extendido en los últimos años entre los asiduos del gimnasio. Un 28% de ellos consume habitualmente los preparados en polvo, cifra que aumenta hasta el 42,7% en el caso de los hombres, según un estudio de Antonio Sánchez Oliver, de la Universidad de Granada.

  A ellos hay que sumar las barritas, geles y batidos con los que se pretende, en primera línea, cuidar el aspecto físico y, después, mantenerse saludable. Pero ¿hasta qué punto son necesarios? "Únicamente cuando la dieta del deportista es pobre en proteínas, o cuando la modalidad deportiva necesita un aporte difícil de conseguir con la alimentación", afirma Francisco Miguel Tobal, profesor de Medicina del Deporte en la Universidad Complutense de Madrid.

  Como ejemplos cita 4.000 kilocalorías diarias que necesita un halterófilo y las más de 5.000 de un fisioculturista. En ninguno de los casos esos preparados sustituyen a ninguna comida, "algo que la gente no quiere entender", especialmente en el mundo del deporte. En cuando a los abonados a los gimnasios, deberían tener suficiente con una dieta equilibrada y bien pautada. "Solo quien se dedique al aumento de masa muscular, con unas dos horas de ejercicio diario seis días a la semana, tendría que añadir a esa dieta otras proteínas", argumenta el doctor. Por supuesto, siempre con vigilancia médica, porque el consumo sin control puede traer disgustos.

  Los ingredientes de esos productos preparados proceden de sustancias naturales: sobre todo, el suero (isolatada) y la caseína de la leche, y el huevo. Su origen animal puede aumentar el colesterol y el ácido úrico, pero "lo que nos tiene muy asustados en el mundo de la ciencia médica es que pueden provocar insuficiencia renal crónica a medio plazo", advierte Miguel Tobal.

  La alternativa de los derivados de soja se vio cuestionada hace unos años, cuando varios estudios indicaron que potenciaban los estrógenos, pero no la testosterona (por lo que no resultaban ideales para sacar tableta), y ahora se está probando con la proteína del guisante. En cualquier caso, la asociación de estos componentes nutricionales con una buena figura y un aspecto saludable ha traspasado las fronteras deportivas y ya han empezado a engrosar la lista de ingredientes de los alimentos habituales.

  "Sin embargo, en los países desarrollados ya estamos siguiendo una dieta hiperproteica", asegura Francisco Miguel. "Los productos enriquecidos con más proteína no tienen ningún sentido, salvo el comercial". Desde luego, esa intención ha arraigado en EEUU: batidos, yogures, leche, cereales, pan y todo tipo de alimentos enriquecidos inundan las estanterías en una oleada que ya apunta hacia nuestras costas.

Fuente LIBERTADDIGITAL.com

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